Mi perro
Juana Arriaga Bravo
De día, amparado a mi cintura;
de noche, velando mi terreno;
su mirada fiel y bondadosa
tranquiliza todo desencuentro.
Moviendo su rabo nos atrapa
con tanta locura y desenfreno,
que nadie alcanza su carrera,
cuando a él me acerco.
Su goce de vida le arrebata;
impulsa su instinto al momento.
Su búsqueda innata me revela,
cuando disimulo algún secreto.
Y a veces, su amor y lealtad
despierta nostálgico recuerdo
de lo que de niños aprendimos
y olvidamos con el tiempo.