Mocitos
Jesús Adán Villalón
Al terminar la jornada,
presuroso yo volvía, a recuperar
mi vida, que guardabas noche y
día.
Al llegar a tu ventana, al
poquito te veia, luego te hablaba
bajito: eres luz del alma mía.
Con temblor emocionado,
siempre esperaba yo un beso, tú
siempre lo retrasabas, y te
quiero más por eso.
Al silencio de la noche, nuestras
miradas sinceras, hacen brotar
de los labios, mil palabras
prisioneras.
Que se dicen muchas cosas,
para nosotros muy bellas, del
campo, flores, de niños, de
esperanzas y de estrellas.
Nos llega el viento lejano,
de alguna sierra bravia, con los
sutiles perfumes, que celosa
guarda al día.
Muy lejos una canción, se
abre camino a la luna, puede
ser canto de amor, o ser
arrullo de cuna.
Se oyen algunas palabras, el
murmullo de una fuente, por
el centro de la calle, pasea un
gato indiferente.
Las horas pasan volando,
desde dentro hay una voz:
vamos niña, ve a la cama y
dile al mocito adiós.
Te doy un beso furtivo,
guarda bien la vida mía.
Conmigo van caminando, la
tristeza y la alegría.